
Este lunes el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo una visita simbólica a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, a tres días de que se cumpla un año desde la invasión Rusa en el país. Con esta visita, la casa blanca aseguró que pretende dejar claro el “compromiso inquebrantable” del país con la democracia y la soberanía del territorio ucraniano.
Durante la estadía de Biden, ambos líderes visitaron el monumento a los soldados que han fallecido desde 2014, cuando Rusia anexó Crimea. Antony Blinken, secretario de Estado de EE. UU., anunció que se llegó a acuerdos para fortalecer el apoyo a Ucrania. El país enviaría municiones de artillería, más misiles antitanques Javelin y obuses. Además. También se comprometieron a aportar $10 millones de dólares adicionales para mantener la infraestructura energética funcionado, ya que ha sido constante blanco de ataques por parte de Rusia.
La visita fue planeada por meses de manera secreta dado las condiciones de seguridad y el riesgo que representa. Además, confirmaron que habrían notificado a Moscú unas horas antes para evitar inconvenientes y no dieron detalles sobre la reacción del Kremlin. El Kremlin le restó importancia a la visita sugiriendo que solo demuestra que Ucrania es un títere de EE. UU. y afirmando que Rusia prevalecerá, pese al apoyo militar occidental. La Casa Blanca anunció, también, que pronto revelará nuevas sanciones para Rusia.
Al tiempo que Joe Biden se dirigía a Kiev, el principal diplomático de China, Wang Yi, viajaba hacia Rusia, durante su gira por Europa. Ambos viajes se dan en un momento donde las relaciones entre China y EE. UU. están en una fuerte tensión, y reflejan que el panorama geopolítico se agudiza cada vez más. Las dos potencias mundiales parecen estar de lados opuestos, teniendo en cuenta que China ha buscado mantenerse neutral en el conflicto bélico, pero pretende mantener su apoyo diplomático a Rusia.