Ayer por la tarde el silencio de Bolsonaro era tranquilizador —no estaba boicoteando el resultado de la elección. Veinticuatro horas después, su mutismo empieza a tornarse preocupante porque, si bien no ha cuestionado el resultado, tampoco ha admitido su derrota. Nadie sabe qué puede estar pasando por su cabeza. La prensa brasilera señala que políticos cercanos le han sugerido que reconozca el resultado. Lauro Jardim, periodista de O Globo, afirmó que Bolsonaro le habría dicho a sus ministros que aceptaría el resultado, pero que no felicitaría a Lula. Técnicamente, la transición del mando empieza 48 horas después de que se conocen los resultados oficiales y no se necesita que el candidato perdedor se manifieste al respecto. Sin embargo, Bolsonaro tiene que nombrar a los miembros del gobierno de la comisión de empalme. El entorpecimiento del empalme es el escenario menos grave. Lo verdaderamente preocupante es que siga el guion de Trump y prepare acciones extrainstitucionales para quedarse en el poder.
Mientras tanto, cientos de camioneros bloquearon las carreteras del país en al menos setenta puntos en al menos una docena de estados a lo largo y ancho del país. Los camioneros y otros simpatizantes de Bolsonaro hicieron estas protestas para manifestarse en contra del resultado de la elección que le dio la victoria a Lula.
