
El recién reelecto Xi Jinping dio la orden de retomar estrictos confinamientos en varias ciudades de China buscando alcanzar su objetivo de cero COVID. Beijing, Wuhan, Zhengzhou y Cantón son algunos de los 28 centros urbanos que hoy tienen barrios enteros repitiendo la pesadilla de la cuarentena obligatoria casi tres años después del primer caso de COVID. De ellas, solo Beijing ha evadido la orden de cuarentena en toda la ciudad.
Y si bien la OMS decidió mantener a la pandemia del coronavirus en la categoría de emergencia sanitaria global, una mirada más cuidadosa al caso de China debería llevarnos a hacer una pregunta…
¿De verdad es necesario?
Son 280 millones de personas las que han sido confinadas en distritos de algunas grandes ciudades de China. Solo en Wuhan, 800.000 personas se vieron obligadas a quedarse en sus casas al menos hasta el 30 de octubre. En toda China, la BBC reporta 200 locaciones en cuarentena desde junio (48 de ellas esta semana), y el PIB de China ha caído 2,6% desde entonces. No obstante, en los últimos tres días se han reportado con poco más de 1000 casos activos en el país más poblado del planeta.
Indudablemente ha funcionado la política pero, no es la alternativa más eficaz. China, por ejemplo, se ha negado a importar vacunas incluso ante la evidencia de que Sinovac y Sinopahrm son comparativamente poco efectivas. Tampoco ha querido implementar un programa de vacunación riguroso ni se ha enfocado en priorizar la vacunación de mayores y personas con comorbilidades. El partido comunista en cabeza de Jinping insiste en solo una cosa: cero COVID.
¿Tensión interna o conveniencia?
Aunque es muy escasa la información a la que el periodismo occidental ha tenido acceso, existen vídeos de protestas masivas en contra de las medidas de confinamiento en ciudades como Lhasa, en el Tíbet chino, luego de tres meses de confinamiento continuo teniendo menos de veinte casos al día. En general, en las regiones de cuarentena se ha reportado escasez de comida e inconformidad.
Y es que los expertos, basándose en la poca atención sobre las cifras de muertes y pacientes graves, creen que se está utilizando al Covid-19 como arma política para ejercer control social masivo con las órdenes de confinamientos. Así habrían logrado las condiciones que la cúpula del Partido Comunista Chino desea mantener hasta que Xi sea designado presidente. El problema es que ese evento es en marzo, y prolongaría la crisis humanitaria hasta entonces.
Lo curioso es que alguien ha salido ganando: la reducción en la demanda de gas para el transporte público ha evitado la crisis por escasez en Europa.