
China empezó ayer sus maniobras militares alrededor de Taiwán utilizando armamento real, con lo que espera enviar un mensaje fuerte y claro sobre la importancia de la isla para sus intereses geopolíticos. Además de los vuelos de aviones caza y el despliegue de buques de guerra que cruzaron la línea mediana del Estrecho de Taiwán, las fuerzas armadas chinas lanzaron once misiles que “dieron en el blanco con precisión”. Estos blancos estaban ubicados al norte, sur y este de Taiwán y varios misiles habrían volado por encima de la isla.
Para complicar aún más la situación, cinco de los misiles cayeron en aguas de la llamada zona económica exclusiva (ZEE) de Japón. Uno cayó muy cerca de la isla de Yonaguni —ampliamente conocida entre el grupo etario de 18-25 años gracias a la canción epónima de Bad Bunny. El gobierno japonés protestó por estos hechos (la maniobra; no la canción). Sin embargo, la cancillería china dijo no reconocer la ZEE porque los dos países no han acordado cuáles son sus fronteras marítimas en esa región.
¿Qué quiere China?
En el largo plazo, la unificación. En el corto plazo, afirmar su preponderancia sobre la isla. El presidente Xi ha dicho que quiere unificar China y Taiwán eventual y pacíficamente. Pero no ha dicho que no usaría la fuerza. El riesgo de una invasión es muy alto. De una parte, sería una operación muy compleja desde el punto de vista logístico. El Ejército Popular de Liberación tendría que cruzar el Estrecho con al menos cien mil tropas en una maniobra en la que se expondría a bombardeos por parte de Taiwán. Las costas de la isla son escarpadas y hay pocas playas en las que podrían hacer un desembarco de personal y armamento y están fuertemente fortificadas. De otra parte, la alternativa de la fuerza aumentaría el riesgo de conflicto directo con Estados Unidos.