
La campaña contraofensiva lanzada por Kiev hace unas semanas está produciendo frutos tanto en el campo de batalla como en el aumento de los cuestionamientos a Putin en Rusia.
El avance ucraniano
En agosto pasado, Ucrania inició una campaña para recuperar territorio en el sur del país. El objetivo inicial de la contraofensiva era recuperar las regiones de Nicolaiev, Jersón, Zaporiyia en el sur del país. Los ataques a las bases rusas en Crimea sirvieron para cortar las líneas de suministro rusas y facilitar el avance ucraniano. Sin embargo, Moscú envió refuerzos desde el norte y aunque el ejército ucraniano está cerca de Jersón, no ha podido recuperar la ciudad.
No obstante, Ucrania supo aprovechar la oportunidad que le presentó el movimiento de las tropas rusas desde el norte del país para apoyar los ataques en el sur. En los últimos cinco días, se concentraron en hacer una campaña de artillería —usando los sistemas HIMARS provistos por EE. UU.— al sureste de Járkov (ver mapa). La ofensiva les permitió capturar Izium, ciudad que Rusia se había tomado desde marzo pasado y en la que había establecido un centro militar importante. Esto le permitirá a Ucrania atacar a las fuerzas rusas en las regiones de Donetsk y Lugansk.
Las críticas en Moscú
Pese al férreo control de Putin sobre los medios y la oposición, los reveses sufridos por el ejército ruso han llevado a que se levanten cuestionamientos sobre la estrategia de Moscú en Ucrania. Por ejemplo, Ramzán Kadírov, jefe de la República de Chechenia cuestionó la decisión de abandonar Izium. Kadírov es la figura de más alto nivel que ha criticado abiertamente las decisiones del ejército ruso. Igualmente, varios políticos criticaron las celebraciones del aniversario de Moscú señalando que los fuegos artificiales debían reservarse para festejar después de la victoria en Ucrania. Inclusive, los concejales de un distrito en San Petersburgo acusaron a Putin de traición y le pidieron a la Duma que lo destituyera de su cargo.