
El hecho sucedió hace unos días en Doha, capital de Qatar, en donde el gobierno vació varios bloques de apartamentos en los que vivían miles de trabajadores extranjeros, en su mayoría asiáticos y africanos, con el objetivo de dejar vacantes las áreas donde se alojarán los fanáticos que lleguen a disfrutar de la Copa del Mundo a un mes del inicio del torneo.
Las personas pasaron la noche buscando refugio en la zona industrial de la ciudad y la mayoría de afectados que hablaron con Reuters se negaron a revelar su identidad por miedo a ser reprimidos por las autoridades o sus propios empleadores. Por su parte, un funcionario del gobierno afirmó que los desalojos no están relacionados con el mundial y fueron diseñados “en línea con los planes integrales y a largo plazo para la reorganización de áreas de Doha”, adicionalmente, afirmó que todos habrían sido reubicados, declaración contraria a la de las víctimas del desalojo.
La FIFA no se ha pronunciado al respecto y han desviado las consultas al respecto al gobierno de Qatar. Este escándalo se suma a la preocupación internacional por el respeto de los derechos de los trabajadores que construyeron los estadios y las restrictivas leyes sociales del país.