
La celebración de la independencia de Ucrania no tuvo eventos trágicos de gran envergadura, como se sospechaba, pero resaltamos dos hechos relacionados con la guerra. De un lado, las autoridades rusas detuvieron al vocal crítico del Kremlin, Yevgeny Roizman, exalcalde de Ekaterimburgo. Se le acusa de desacreditar a las fuerzas armadas de su país por haber usado la expresión “invasión” en vez del término oficial del gobierno, “operación militar especial”. Desde el inicio de la operación, hace seis meses, es un delito hablar de guerra o invasión. Unas 3500 personas han sido judicializadas por estas ofensas, la mayoría de las cuales han sido declaradas culpables y sancionadas con multas. Quienes reinciden, como Roizman, pueden ser procesados como criminales, con penas de cárcel de hasta cinco años.
De otro lado, el diario británico The Guardian reveló haber conocido planes concretos de Rusia de desconectar la central nuclear de Zaporiyia de la red eléctrica ucraniana para conectarla a la red eléctrica rusa. El proceso de desconexión de la planta es extremadamente riesgoso porque la dejaría dependiendo de una única fuente de energía para enfriar los reactores: un generador que funciona con diesel. Si el procedimiento tarda más de 90 minutos, los reactores podrían alcanzar temperaturas peligrosas y producir un accidente similar al de Chernóbil. ¿Estamos frente a otra escalada de la guerra?