
La gigante energética rusa Gazprom anunció que el suministro de gas a Europa a través del gasoducto Nord Stream se verá reducido nuevamente, esta vez al 20% de su capacidad. El viernes pasado se reanudó el flujo del gas tras una interrupción de diez días para realizar labores de mantenimiento rutinarias. Los temores europeos de se iba a reducir se están materializando con el nuevo anuncio.
Al borde de la recesión
En Alemania hay temor por las implicaciones de la escasez de gas de cara al próximo invierno. De un lado, para los consumidores, los precios del gas se aumentarán aún más y afectarán sus bolsillos ya golpeados por la ola inflacionaria. Del otro lado, para las industrias, la reducción del suministro sumado a los lineamientos de racionamiento van a reducir su capacidad de producción y la economía entraría en recesión. Las perspectivas no son buenas y se cree que las cifras de crecimiento económico del segundo trimestre, que se publicarán el próximo viernes, mostrarán un magro aumento de tan sólo 0.1%.
Uróboros
Rusia sostiene que no está usando el gas como un arma y que las reducciones obedecen a labores de mantenimiento de unas turbinas del conglomerado alemán Siemens que se realizan en una de sus fábricas en Canadá. Alemania. Los líderes europeos han cuestionado la excusa rusa y señalan que se trata de un pretexto para presionarlos. Rusia se ha negado a utilizar gasoductos alternativos. Canadá levantó las sanciones por proveer repuestos y equipos a Gazprom. Gazprom culpa a Siemens diciendo que la compañía temía las sanciones que enfrentaría del Reino Unido y la Unión Europea por importar las turbinas. De ser cierto, las sanciones serían una especie de uróboros, la serpiente mítica que se come su propia cola.