
Después de obtener importantes galardones internacionales, Laura Mora volvió a Colombia con las manos llenas de ansia y orgullo, pues “Los Reyes del Mundo” —su más reciente película— había superado todas las expectativas. Con el filme, la directora logró retratar una historia dura, melancólica, desesperanzadora e intensa que nunca dejó de sentirse genuina gracias, en gran medida, a la decisión de utilizar actores naturales para que le dieran vida a los personajes. La película fue un éxito comercial. Todo marchaba a la perfección, hasta que el 23 de enero Carlos Andrés Castañeda —Ra, en la película— denunció que recibió amenazas de muerte y, posteriormente, sufrido desplazamiento forzoso de su territorio por no haber pagado extorsiones.
A partir de ese momento —y producto de una entrevista a Castañeda que se viralizó—, las redes sociales se llenaron de comentarios y opiniones que expresaban rechazo a la producción de la película. Los señalamientos hacia Mora tampoco se hicieron esperar y entre toda la nube densa de críticas lo que más resaltaba era una denuncia: la directora y la producción habrían sido negligentes al decidir abandonar a su suerte a los actores —víctimas del conflicto armado— tras usufructuarse de ellos.
Después de las denuncias, Mora y la productora de la película publicaron un comunicado en el que reconocen que los procesos artísticos, además de develar claves de la condición y la realidad humanas, tienen implicaciones éticas y que, justamente, dichas consideraciones fueron el cimiento sobre el que se realizó la cinta. Contrario a lo que Castañeda dijo en su entrevista, afirmaron que todavía acompañan a los actores que participaron en el largometraje, informándolos de los logros que alcanzaron con la película, mientras que les ofrecen ayuda siempre que sus condiciones lo permitan.
Este artículo de Cerosetenta, que entrevista distintos directores y referentes, ayuda a analizar la situación, y sirvió como insumo para esta nota.
Mora abordó el debate sobre la responsabilidad ética de las producciones que utilizan actores naturales, que sigue latente en Colombia, ya que esta práctica ha sido común en el cine del país por mucho tiempo. El riesgo de trabajar con personas que han vivido situaciones traumáticas puede tener graves consecuencias, incluso a largo plazo.
A menudo no se reflexiona lo suficiente sobre cómo contar historias difíciles en el cine colombiano sin caer en esquemas demagógicos que exaltan la miseria, el dolor, la violencia o la pérdida, sin analizarlas ni denunciarlas. El afán de lucro y la obsesión por la exigüidad con la que se vive en los territorios pueden llevar a que los actores naturales sean olvidados después del éxito de las películas.
Aunque lo anterior parece no ser el caso puntual de “Los Reyes del Mundo”, es importante, como industria y como sociedad, replantear la viabilidad de producir largometrajes en Colombia que involucren actores naturales sin un proceso riguroso y controlado. Aunque la situación particular de la película en cuestión es incierta, otras producciones exitosas como “La vendedora de rosas” y documentales como “Señorita María, la falda de la montaña” han sido objeto de controversia por las situaciones que experimentaron las actrices y actores naturales después de la producción. Aunque la responsabilidad de lo que les suceda no recae exclusivamente en el equipo de dirección, y surge la pregunta por la responsabilidad estatal, es importante abordar la responsabilidad autoral con cuidado y seriedad, reconociendo las implicaciones éticas que tiene trabajar con este tipo de elenco.