
Imagen: Tribunal Superior Eleitoral
Luiz Inácio Lula da Silva logró la victoria definitiva en la segunda ronda de las elecciones presidenciales en Brasil. Sin embargo, su margen de victoria fue ínfimo. Lula obtuvo un poco más de dos millones de votos que Bolsonaro. Pero con un total de votos válidos superior a los 118 millones, la diferencia es de escasamente un 1,8%. El país está dividido. El reto para Lula será calmar el ambiente de tensión entre sus partidarios y los de Bolsonaro y superar la polarización que se construyó durante los cuatro años anteriores.
Bolsonaro guarda silencio
La pregunta que sigue en el aire es la de la reacción de Bolsonaro frente a los resultados. Durante la campaña, se rehusó a afirmar que aceptaría el resultado de la elección en caso de que perdiera. Además, durante meses se dedicó a cuestionar la legitimidad e imparcialidad del Tribunal Superior Eleitoral (TSE). Sus asesores informaron que pasó toda la tarde en el Palacio de la Alvorada. Al final de la tarde sólo quiso reunirse con el general Walter Braga Netto, su candidato a vicepresidente. No recibió a sus ministros ni a nadie más. El presidente del TSE Alexandre de Moraes, quien fue objeto de múltiples de sus ataques, informó que llamó tanto a Lula como a Bolsonaro para felicitarlos por su participación en el proceso electoral. De Moraes señaló que estaba convencido de que Bolsonaro aceptaría el resultado.
Por su parte, tanto la Casa Blanca como Bruselas corrieron a emitir comunicados reconociendo el triunfo de Lula. Así, la comunidad internacional ejerce presión diplomática para que haya una transferencia de mando democrática y pacífica.