
Durante la cumbre de la CELAC —que tuvo lugar a finales de enero en territorio argentino—, el presidente de Brasil, Inácio Lula da Silva, en compañía de Alberto Fernández, presidente de Argentina, presentaron al mundo la idea de crear una moneda única para América Latina que, según lo que sabemos hasta ahora, pretende ser nombrada como “sur” (pese a que nosotros sugerimos que se llamara patacoin). No obstante, a pesar de que el proyecto podría sonar, superficialmente, como una estrategia viable para potenciar el desarrollo económico de la región, lo cierto es que existen varios obstáculos que truncan el camino para su configuración.
En primer lugar, América Latina es la región más desigual del mundo. En ese sentido, intentar integrarla por medio de una moneda unificada supondría una tarea exageradamente difícil de realizar, sobre todo teniendo en cuenta que nos encontramos en medio de un proceso de desaceleración económica, debido a la guerra en Ucrania y los estragos que causó la pandemia COVID-19. Por poner un ejemplo, en palabras de Thierry Larose —gestor senior de la firma Vontobel—, no tendría sentido que un país como Brasil, que tiene una inflación del 5,8% y 330.000 millones de dólares de reservas internacionales, vinculara su destino monetario a otro que incurre en impagos en serie como Argentina, con una inflación del 95% anual y menos de 10.000 millones de dólares de reservas internacionales netas.
Por otra parte, según JP Morgan Chase —el banco más grande de Estados Unidos y una de las empresas financieras más importantes del mundo—, para lograr una moneda única exitosa en la región sería necesario que se diera una verdadera unión política de los países. Así como en Europa, para el surgimiento del euro, fue necesaria la creación de un tratado de integración, en América Latina se necesitaría una suerte de parlamento vinculante, que dependería de consensos internos y regionales que, por lo menos ahora, parecen difíciles de alcanzar.
Por último, es importante tener en cuenta el exceso de soberanía de los países de la región pues ese factor es el que, en la mayoría de ocasiones, imposibilita o limita los procesos de intergubernabilidad —como sucede en Mercosur o la Alianza del Pacífico—. En América Latina el exceso de soberanismo dificulta la creación y coordinación de políticas comunes y sin la posibilidad de llegar a acuerdos políticos y económicos sostenidos para todos los países, la tarea de configurar una moneda común termina pareciendo prácticamente imposible. Según Juan Batteleme, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Buenos Aires, el éxito europeo se sostuvo en la intergubernamentalidad y un proceso de supranacionalidad.