Benjamín Netanyahu sería el ganador de las elecciones que se celebraron ayer en Israel, de acuerdo con las encuestas a boca de urna. Si bien los resultados de los sondeos pueden diferir del resultado final de las elecciones, que no se espera hasta finales de esta semana, los resultados apuntan a que la derecha obtuvo un resultado mejor del esperado. Esta es la quinta elección en menos de cuatro años. Pese al agotamiento electoral, las autoridades señalaron que la tasa de participación superaba por 3% la de la elección del año pasado.
La seguridad y la inflación encabezan la lista de preocupaciones de los votantes en una campaña caracterizada por las deserciones de la débil coalición del actual primer ministro, Yair Lapid, formada por partidos de derecha, liberales y árabes. Su partido, Yesh Atid, tenía proyecciones de lograr entre 22 y 24 escaños.
Por su parte Likud, el partido de Netanyahu se alió con líderes de derecha radical y eso parece haberle ayudado a conseguir 61-62 escaños, suficientes para lograr una mayoría en el Knéset de 120 escaños en total. Al parecer no importaron las investigaciones por corrupción en contra de Netanyahu, delitos que él niega haber cometido. La coalición de Likud incluyó el partido ultranacionalista Sionismo Religioso, cuyo líder, Itamar Ben-Gvir, fue miembro de un grupo que está en las listas de terroristas de Israel y Estados Unidos. Su llegada al gobierno podría alarmar a los aliados de Israel, incluido Washington.
