
La nave Orión había despegado el pasado 16 de noviembre y este domingo completó la misión Artemisa I de la NASA al acuatizar en el océano Pacífico. La misión fue el vuelo de prueba del proyecto Generación Artemisa, que busca retomar las misiones de alunizaje y hacerlas constantes como preparación para eventuales proyectos para enviar humanos a Marte.
Durante su viaje, Orión orbitó completamente a la luna dos veces, acercándose a un máximo de 80 millas de la superficie, y se alejó de la tierra un máximo de 270,000 millas. Se trata de una nave que puede llevar pasajeros, como los que se espera que puedan vivir eventualmente y de manera sostenida en el tiempo, en la luna. Por lo mismo, su trayectoria rompió los récords de tiempo y distancia que una nave espacial para pasajeros ha recorrido fuera de la Tierra. Además, aguantó temperaturas superiores a la mitad del calor de la superficie del sol y pudo reducir su velocidad de 25,000 millas por hora a 20 millas por hora para garantizar un aterrizaje seguro. Tras recuperar la nave, la NASA estudiará las muestras científicas que tomó, así como un peluche de Snoopy (que conmemora la presencia del perro animado desde las misiones Apolo) y un kit de equipo para astronautas que se envió como prueba.
Pero no solo la NASA quiere llegar a la luna. El domingo, casi de forma simultánea con el regreso a la tierra de Orión, SpaceX lanzó un cohete con un módulo de aterrizaje lunar de la compañía japonesa ispace. El módulo lleva varios vehículos expoloradores pequeños y cargas de varias agencias espaciales y empresas de Estados Unidos, Canadá, Japón y Emiratos Árabes Unidos. La carrera lunar está que arde.