Preservación del arte ucraniano: una lucha vigente en medio del conflicto

Un grupo de trabajadores trasladan el ícono de la Anunciación de la Bendición de la
Virgen que forma parte del Iconostasio de Bohorodchany, en el Museo Nacional 
de Lviv. Fotogafía: Bernat Armangue AP.

Entre todo lo que hay que decir respecto al conflicto entre Rusia y Ucrania, resalta el ímpetu que tienen algunos ciudadanos, que se arriesgan día a día, por preservar el arte de sus ciudades, incluso bajo el fuego cruzado de los ejércitos en disputa. Este es el caso de Natalia Cherguik, ucraniana que al conocer el avance las tropas rusas en la región de Zaporiyia, hizo esfuerzos sobrehumanos para cargar un camión con pinturas, armas de colección, y cerámicas del siglo XVII para protegerlos del impacto de la guerra. 

Por su parte, Ihor Kozhan, director del museo nacional Andrey Sheptystky, salvó durante el inicio de la invasión rusa una de las herencias culturales más extraordinarias de Ucrania y el mayor ejemplo de arte religioso del Barroco en Europa Central: el Iconostasio de Bohorodchany. A pesar de los esfuerzos, los datos respecto al arte en la guerra no son esperanzadores. La UNESCO estima que 175 centro culturales han resultado dañados en Ucrania desde el inicio del conflicto, mientras que el ministerio ucraniano de cultura informa que al menos 100 museos y casi 17.000 objetos de patrimonio cultural se encuentran en territorios ocupados por los rusos. 

No obstante, a pesar de la presión y el peligro, las obras resguardadas tanto por Cherguik, como por Sheptytsky —y el resto de ucranianos organizados por la preservación de la cultura— están todavía ocultas de las fuerzas rusas. El pueblo ucraniano es contundente en su pensamiento: si no se salva el patrimonio cultural, la victoria del país no servirá para nada. 

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