
Después de que Corea del Norte lanzara un misil balístico intercontinental (ICBM) al mar japonés, los ejércitos de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón realizaron ejercicios aéreos conjuntos, con bombardeos estratégicos en la península coreana. Según el Estado Mayor Conjunto Surcoreano (JCS), en las maniobras que respondieron a la prueba misil participaron aviones de combate F-35, F-15 y F-16.
Según informes especiales, el sábado Corea del Norte lanzó un ICBM Hwasong-15 —el segundo con mayor alcance potencial de su arsenal. El proyectil recorrió 900 kilómetros antes de caer al oeste de la isla de Hokkaidō. En palabras del ejército de Seúl, los ejercicios que le siguieron como respuesta al accionar norcoreano tenían el objetivo de fortalecer la capacidad de operación combinada y, adicionalmente, reafirmar el compromiso férreo de Estados Unidos con la fuerza de defensa de la península de Corea, por medio de la implementación de la disuasión extendida.
Kim Yo Jong, la hermana del líder norcoreano Kim Jong Un, lanzó otra advertencia y acusó a Washington de intentar convertir el Consejo de Seguridad de la ONU en una herramienta para justificar y desarrollar su “atroz política hostil”, y advirtió a Estados Unidos vigilar cada uno de sus movimientos, bajo la promesa de tomar poderosas contramedidas —con mucho más alcance que el de la prueba misil— de ser necesario. A pesar de que la ayuda estadounidense puede vigorizar la sensación de seguridad en Corea del Sur, los constantes ensayos balísticos de Corea del Norte —y las dudas sobre si Estados Unidos lo defendería con inmediatez en caso de ataques directos— han sembrado en Seúl una idea de necesidad por empezar a desplegar y desarrollar sus propias armas nucleares con carácter disuasor. La opinión pública surcoreana apoya, mayoritariamente, esta opción.