
En nuestra última edición les contamos que EE. UU. “estaba considerando” enviar un sofisticado sistema de lanzamisiles. Pues bien, así lo anunció Biden en una columna de opinión que se publicó en el New York Times en el que cada palabra fue seleccionada con pinzas. El nuevo armamento, que hace parte del paquete de ayuda a Ucrania de USD $40,000 millones que el Congreso estadounidense aprobó hace unas semanas, tiene el potencial de inclinar la balanza a favor del gobierno de Kiev. La respuesta rusa no se hizo esperar. Entramos en riesgo de confrontación directa.
Aplican condiciones
El HIMARS es un sistema que lanza misiles guiados, los cuales, por ser autopropulsados, tienen gran alcance y precisión. Pueden impactar blancos a 300 km de distancia. Además tienen mayor poder de destrucción. A diferencia de los obuses como el Howitzer M777, cuyos proyectiles tienen cargas explosivas de 18 libras, los misiles de los sistemas enviados a Ucrania tienen cargas de 200 libras. Por su potencial destructor, Biden condicionó el envío del armamento a que no sea utilizado para atacar territorio ruso.
No obstante, la intención del gobierno estadounidense es tratar de reafirmar su papel como potencia en el mundo: “Si Rusia no paga un precio muy alto por sus acciones, se enviaría el mensaje a otros potenciales agresores de que ellos también pueden arrebatar territorios y subyugar otros países”, escribió Biden.
Confrontación directa
La decisión de Biden generó inquietud y molestia en el gobierno ruso. Los sistemas lanzamisiles pueden afectar seriamente las ofensivas rusas y el balance del conflicto. Por esto, Moscú señaló que EE. UU. “le estaba echando leña al fuego deliberadamente” y que estas acciones aumentan el riesgo de una confrontación directa.
Punchline: EE. UU. le apuesta a su tecnología militar como herramienta para llevar a Rusia a una mesa de negociaciones. Las amenazas rusas de involucrar a EE. UU. o la OTAN en la guerra no son creíbles mientras Rusia no ataque directamente a los países miembros.