
El lunes se cumplió un año desde que los talibanes tomaron el control de la capital afgana después de la retirada de las tropas de Estados Unidos y la huida del expresidente Ashraf Ghani. El primer ministro del gobierno interino, Hassan Akhund, compartió un comunicado celebrando “la gran victoria”, enalteciendo la labor de su gobierno y anunciando que no tienen planes de dejar el poder.
A pesar de la alegría que supone esta conmemoración para los simpatizantes, el año transcurrido bajo el poder del Talibán se caracterizó por la huida precipitada de líderes respaldados por occidente, una notable transformación cultural y el desplome de la economía afgana. Así las cosas, aunque los fundamentalistas desplegaron patrullas de las fuerzas de seguridad por toda la ciudad y la celebración por parte de un sector de la población tuvo lugar sin estridencias, un grupo de mujeres protestaron simultáneamente por la erosión de sus derechos desde un lugar secreto y usando las redes sociales como principal medio de difusión.
Los talibanes aprovecharon la atención internacional del aniversario para prometer que el territorio afgano no volverá a ser jamás utilizado para propagar la guerra a otros países. Finalmente, también reclamaron el hasta ahora inexistente reconocimiento de la comunidad internacional.