
En una ceremonia solemne, Gabriel Boric, el impopular presidente chileno —su nivel de aprobación es del 33%— recibió el texto definitivo de la que sería la nueva constitución del país, la cual fue redactada por la Convención Constitucional. La nueva constitución podría cambiar profundamente al país; caracteriza al Estado chileno como “social y democrático de derecho, plurinacional, intercultural y ecológico”. Sin embargo, el proceso de cambio constitucional incluye un plebiscito aprobatorio, el cual tendrá lugar el próximo 4 de septiembre y, por ahora, es altamente probable que la nueva constitución sea rechazada. Una encuesta de Cadem le da 51% al rechazo y 33% a la aprobación; otra encuesta de Pulso Ciudadano pone las cifras 44% frente a 25%. Son varias las razones que motivan el rechazo:
- La baja popularidad de Boric. El presidente se involucró en el proceso constituyente y su desaprobación afecta la recepción de la nueva constitución por los chilenos.
- Intereses económicos. Algunos sectores de la derecha han interpretado que la nueva constitución puede limitar el derecho de los privados a proveer servicios como educación, salud o pensiones.
- Plurinacionalismo. Hay oposición a la autonomía territorial de las comunidades indígenas.
- Aborto. El nuevo texto reconoce el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, tema que debe ser desarrollado por una ley
- Desinformación rampante. Las redes sociales están plagadas de información falsa sobre la constitución y el trabajo de la Convención.
Lo más preocupante es que no hay claridad sobre lo que podría pasar si el texto definitivo de la nueva constitución es rechazado. La constitución heredada de Pinochet seguiría vigente y aunque no es claro que se produzca un nuevo estallido social como el que motivó el actual proceso constitucional, no hay un protocolo claro sobre cómo debería continuar el proceso o, incluso, si debería continuar en absoluto.