
El problema de la toma de decisión colectiva ha sido el eje central en las investigaciones de científicos sociales. El dilema fundamental tiene que ver con descifrar cómo las preferencias que los individuos pueden tener sobre posibles resultados terminan agregándose en decisiones aceptadas por el grupo entero. La teoría de la elección social es un campo de investigación muy amplio en el que han participado académicos del calibre de Condorcet, Pareto y los ganadores del premio nóbel Samuels (1970) y Hicks y Arrow (1972).
El problema de la elección social animal ha recibido mucha menos atención, pese a ser un fenómeno conocido. Todas las especies gregarias deben tomar decisiones respecto a aspectos como dónde buscar alimentos, dónde establecer la colonia, etc. Las abejas son un ejemplo interesante de colonias multitudinarias —entre 20,000 y 80,000 individuos aproximadamente— que toman decisiones y han desarrollado sistemas de comunicación para ayudar en el proceso decisional.
Cada año, las colonias de abejas se dividen y la reina departe con la mitad de la colonia para establecerse en una nueva colmena, mientras que una hija de la reina permanece para continuar la colmena vieja. ¿Cómo deciden miles de abejas el lugar de la nueva colmena? El trabajo laborioso de un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell, a lo largo de varias décadas, ha permitido entender mejor el proceso.
Ya desde la década de 1950 investigadores alemanes habían descifrado el sistema de la danza de las abejas para comunicar información. Por ejemplo, las abejas forrajeras bailan en círculos y menean su abdomen. El número de círculos indica la distancia y el ángulo en el que posicionan sus cuerpos señala la dirección a la fuente de alimento. El sistema funciona igual cuando las abejas exploradoras quieren informar sobre potenciales lugares para establecer un nuevo nido. Hasta la década de 1990 se creía que la decisión era consensuada; de alguna forma las abejas llegaban a un acuerdo sobre el mejor sitio para establecer la nueva colmena y partían en su dirección.
Sin embargo, los investigadores de Cornell quisieron evaluar si se trataba de un mecanismo de consenso o uno de quórum: ¿se ponen de acuerdo todas las abejas o sólo un grupo suficientemente grande para tomar la decisión?
Las investigaciones revelaron que el enjambre cuenta con mecanismos conductuales que producen, de forma sistemática, decisiones colectivas lógicas y eficientes. Las abejas en conjunto también mostraron rasgos de Inteligencia grupal, presentando patrones de comportamiento en los que elementos como el consenso, el desacuerdo y la competición son perfectamente identificables.
¿Cómo es, entonces, el proceso de elección de morada?
Lo primero es señalar que investigaciones anteriores habían establecido ya las características de un buen sitio para establecer una nueva colmena. Se trata de una cavidad en un árbol con una capacidad superior a 20 litros, con un agujero de entrada de unos 20 cm2, situadas a una altura considerable sobre el suelo, y que esté orientado hacia el sur.
En el proceso que conduce a la toma de decisiones participan todas las exploradoras de la colmena. Esto significa que el proceso se basa en las acciones de centenares de individuos en el que cada uno opera como un agente autónomo que proporciona información para resolver el problema. El primer paso tiene que ver con el descubrimiento de sitios potenciales para establecer el nuevo nido, por lo que centenares de abejas exploradoras salen a buscar alternativas y, a su regreso, brindan información que sugiere que el sitio encontrado es excelente, regular o malo, lo cual comparten con las otras abejas mediante la ejecución de danzas. Entre más vueltas den y sacudan su abdomen con mayor intensidad, mayor la calidad del sitio.
De esta forma, en unas cuantas horas el enjambre produce un conjunto de opciones. Acto seguido, empieza el proceso de decisión. Con base en las danzas de algunas exploradoras, otras abejas exploradoras eligen las alternativa que más les convence y vuelan al sitio para inspeccionarlo por sí mismas y validar la información. Así se van armando coaliciones para los diferentes sitios. Cuando hay una coalición suficientemente grande, de unas quince exploradoras, parten esperando que otras abejas las sigan hacia su nueva morada, pero estos intentos no son siempre exitosos. El proceso continua hasta que finalmente el grupo llega a una decisión y se marchan juntas. Pese a que el mecanismo exacto de cómo deliberan las abejas sigue siendo desconocido, los experimentos y observaciones de los investigadores de Cornell permitieron determinar que las abejas realizaban una suerte de plebiscito y decidían por quórum.
El estudio de la toma de decisiones en enjambres podría contribuir a que grupos de humanos logren tener inteligencia colectiva. Las abejas nos hacen ver que el acierto en este tipo de consideraciones tiene que ver con tres factores cruciales: la estructuración de las deliberaciones en forma de competición abierta de ideas; la promoción de la diversidad de conocimientos y la independencia de opiniones entre miembros de un grupo, junto a una integración efectiva de dichas opiniones; y, el aprovechamiento inteligente del abanico de conocimientos que la comunidad posee.