
Liz Truss, la recién inaugurada primera ministra británica, anunció un plan por medio del cual su gobierno congelará las facturas para mantener en ceros las tarifas de energía, en miras de evitar que eso mismo le pase a los ciudadanos este invierno en vista de los aumentos en el costo del gas y la electricidad. El ente regulador anunció la semana pasada que aumentaría en un 80% el precio máximo que los proveedores podrían cobrarle a los clientes por este servicio.
Truss no ha dado detalles del plan, pero se fijaría el monto máximo de pago para las tarifas de energía y se crearía un fondo con el que el gobierno cubriría la diferencia entre lo que paguen las personas y el costo real del servicio. Los precios del gas están desbocados por cuenta de la invasión rusa a Ucrania. Truss no es partidaria del aumento de impuestos, por lo que sugirió que su programa se financiaría con mayor endeudamiento público. El costo del programa podría superar los £100 mil millones (unos USD $115 mil millones), lo que superaría el costo del programa británico de ayudas por desempleo durante la pandemia.
La dura circunstancia en el Reino Unido es compartida por el resto del continente europeo, en donde la posibilidad de racionamientos de se hace más palpable. El próximo viernes se reunirán los ministros de energía europeos en República Checa para discutir las escasas alternativas que tienen. Los países europeos han tratado de aprovisionarse buscando proveedores alternativos. Sin embargo, el ente regulador alemán, por ejemplo, señaló que incluso con las reservas de gas al 95% de su capacidad, sólo tendrían combustible para dos meses y medio si Rusia suspendía el flujo a través del gasoducto Nord Stream, como en efecto ocurrió. Las reservas alemanas están actualmente en 85%.