
Tal como se esperaba, Xi Jingping fue confirmado para servir por tercera vez consecutiva como secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China. De esta forma, reafirmó su posición como el máximo líder en China tras un largo proceso que le permitió concentrar el poder político a un nivel no visto desde la época de Mao. En 2018 “cambió el articulito” que impedía la reelección por más de dos períodos y lleva más de una década haciendo purgas en el partido, aumentando la vigilancia y el control social para minimizar la oposición y la crítica.
El Congreso del Partido también reveló los nombres de los siete nuevos miembros del Comité Permanente del Buró Político. Por primera vez en veinticinco años, este organismo no incluye a una mujer —bastante escasas en la dirigencia del partido, de por sí— y su composición se caracteriza por incluir políticos cercanos y leales a Xi. De esta forma, prefirió rodearse de gente que le va a decir lo que quiere oír. También da indicios sobre la prioridad que le dará a los temas de seguridad por encima del crecimiento económico. El sábado en la tarde ocurrió un bizarro incidente que ilustra el fin de la tecnocracia en el Comité Central. Hu Jingtao, exsecretario general del Partido y que gobernó a China durante un período de gran crecimiento económico, fue retirado casi a la fuerza de la mesa principal, en la que ocupaba una silla junto a Jingping, ante el estupor de la prensa internacional. No son claras las razones que motivaron, pero el mensaje político fue claro: las voces críticas no tienen espacio en el gobierno.
En su discurso, Xi hizo alusión a las “peligrosas tormentas” y las “aguas picadas” que se vislumbran en el horizonte cercano. Son señales de su percepción de las amenazas internacionales que enfrenta China en varios frentes, incluyendo el apoyo de Estados Unidos a Taiwán, el aumento de la presencia militar occidental en Asia. Sin embargo, también señaló la importancia de que China estuviera abierta al mundo. La “nueva era”, como llamó el Secretario General del Comité a su mandato, al parecer, promete una China más autoritaria y beligerante.